martes, 29 de diciembre de 2015

COMENTARIOS V

Obra 1ª.- El carro de heno. De El bosco

Artista: Hieronymus van Aeken Bosch. El Bosco
Ubicación: Se conocen dos trípticos firmados por El Bosco con el tema del carro de heno, ambos fueron propiedad de Felipe II: el que se conserva en El Escorial y el del Prado.
Técnica: Óleo sobre tabla
Fecha de creación: La tradición lo data entre 1500/1502, pero actualmente las técnicas modernas lo datan hacia 1515/16
Medidas: La tabla central mide 135 x 100 cm, y las tablas laterales 135 x 45 cm cada una.
Período: Renacimiento nórdico

GéneroArte cristiano
El Bosco era hijo y nieto de pintores. Debió de aprender el oficio en el taller de su padre, aunque no lo hereda al tener un hermano mayor con la misma dedicación.  Aprendió también a dorar esculturas de madera y objetos sagrados, trabajando especialmente para la catedral de la ciudad. En esta primera  etapa aparece vinculado, de una forma activa, a la cofradía de Nuestra Señora, para la que al parecer realizó pequeños encargos y participaciones en proyectos pictóricos de los que no se conserva ninguno, ni se documentan.  
Poco a poco fue adquiriendo un amplio prestigio en el país y a consecuencia del cual comienza a firmar sus obras como «Bosch» o «Iheronimus Bosch» y es cuando es llamado por Felipe para realizar diferentes encargos.  Sin duda,  El Bosco pintó cuadros de altar, como sus contemporáneos, pero muchas de sus pinturas debieron de formar parte de colecciones particulares. Felipe II, taciturno, melancólico y gran admirador de las pesadillas desoladoras de la obra del pintor, le apreció mucho interpretándolo en clave devota, afirmando que si todos pintaban a los hombres como querían ser, él los pintaba como eran. Por ello la más importante colección de obras suyas se conserva en España, singularmente en el Museo del Prado.
Pero es en la etapa de madurez cuando realiza los trípticos "El carro de heno"  y "El jardín de las delicias"  ambos en el Museo de El Prado. Y es donde su capacidad creadora y su imaginación es más evidente, capacidad basada en el conocimiento del arte de su época y manipulado profundamente hasta obtener resultados insospechados como para constituir para algunos una premonición de lo que siglos más tarde será el movimiento surrealista. Pero, sin más pasemos a comentar esta obra de El carro de heno;  es una de las pinturas más famosas de la producción total del pintor holandés.
La forma característica de las pinturas del Bosco es el tríptico, una secuencia de tablas que le permitía desarrollar en el tiempo y en el espacio la narración; a veces utilizaba también el exterior de los paneles para incluir algún comentario moral.
Cubierta del Carro de heno
La obra, El carro de heno, es un tríptico, por lo tanto, está formado por tres tablas. El tríptico del Carro de heno, cuando está cerrado, las dos caras externas del tríptico cerradas configuran una única escena: presenta el tema del vendedor ambulante, atribuido al Bosco y su taller. Representaría así  “el hombre en el proceloso camino de la vida”, con un peregrino, una especie de ermitaño estoico. El estado físico y material del caminante es lamentable, el deambular vital lo ha dejado tan abatido que se vuelve con un rictus de amargura y melancolía.  Acechado por los peligros del viaje,  dando la espalda a unos bandidos, a una pareja de lujuriosos -los aldeanos que danzan al son de la gaita-, defendiéndose con el bastón de un fiero perro. Su lastimoso caminar se ensombrece aún más por la presencia de unos cuervos revoloteando sobre unos huesos y, especialmente, por la existencia de una horca cuya silueta se recorta sobre el celaje del fondo.
Nuestro personaje, aunque malparado, ha salido triunfante sobre los males que le acechaban. No le atrae ninguna de las necedades humanas; los hombres, no comprendiendo esto, le llaman loco, pues para ellos es inconcebible que no se deje arrastrar por las pasiones tal como muestran las imágenes del interior del tríptico. El mensaje moralizador resulta evidente.
Al abrirse el tríptico, dedicado al pecado, completamos los tres actos del drama de la Humanidad. La presentación, nudo y desenlace, cual obra de teatro se tratase y que se representan aquí del modo siguiente: El lateral izquierdo, según miramos, muestra su origen en el mundo, la creación de la Humanidad con la aparición del mal,  desde los ángeles caídos al pecado de Eva. El  desarrollo de éste entre los hombres, en el centro donde se ve a la humanidad arrastrada por el pecado, por ese carro de heno, metáfora de origen bíblico alusiva a lo efímero y perecedero de las cosas de este mundo. Y finalmente en la tabla derecha deja ver el infierno, destino de los pecadores, con castigos acordes a sus faltas.  La creación de la Humanidad en el postigo derecho (izquierda según lo miramos) lo presenta el pintor para hacer referencia al origen de los hombres -los hijos de los hombres- y al primer pecado de éstos. La lectura iconográfica de esta tabla de arriba abajo es la siguiente: los ángeles desobedientes son arrojados de la gloria de Dios; como seres representantes del mal mientras se precipitan se transforman en monstruosas figuras híbridas, mitad mosquitos o sapos y mitad seres humanos. Tras la creación de Eva a partir de una costilla de Adán por el Padre Eterno, uno de estos seres, híbrido -parte hombre, parte serpiente y manos con garras-, induce a la primera pareja al pecado original; Finalmente, la expulsión del Paraíso terrenal está coronada por una planta con espinas y varios frutos, uno de ellos picoteado por un pájaro como símbolo de lujuria, mientras el cardo simboliza las tentaciones de los sentido. Después, con la expulsión, se iniciará la peripecia humana.
En la tabla central, el panel central muestra una escena de un carro de heno, y a esto se debe precisamente el título del cuadro, además está basado en un texto del profeta Isaías, que habla de cómo los placeres y las riquezas del mundo se parecen al heno de los campos que se secan pronto y aún más pronto se acaban. Lo simboliza como algo efímero, pero atractivo.
Dios desde lo alto de los cielos mira a los hijos de los hombres, todos se han descarriado, se han corrompido, ni uno solo hace el bien; diríamos que es la apoteosis de la locura humana; el pecado se ha apoderado de las gentes y éstas solo se mueven por él. Para ello El Bosco utiliza un proverbio flamenco que dice que  («El mundo es como un carro de heno y cada uno coge lo que puede»). Todos los estamentos desde el emperador hasta el papa -censurado por vicios como la avaricia y la lujuria- de la nobleza al pueblo llano, se afanan por conseguir una brizna de heno, o el summum subirse al carro y alcanzar la cima del carro, que es arrastrado por seres monstruosos, claros símbolos del mal, en abstracto o simplemente aquellos ángeles desobedientes que se metamorfosearon en figuras diabólicas en la escena anterior, que conduce a la Humanidad; estos seres son la soberbia, la lujuria, la avaricia, la ambición, la bestialidad, la tiranía, la sagacidad y la brutalidad.  Y los seres humanos para lograr su objetivo no dudan en cometer todo tipo de atropellos y pecados, incluso el asesinato.  
Indiferentes a la batalla que se desarrolla debajo, en la parte alta del carro una pareja se besa ante tres personajes dedicados a la música y en presencia de una lechuza, símbolo de la sabiduría y un ángel que mira la figura de Cristo dando gracias. Es como si, El Bosco, nos quisiera decir que existen unas personas en esta tierra que están más altos, más cerca de la salvación (Dios), y debido a su especial sensibilidad toman conciencia de si mismos y su creatividad es mostrada en diferentes formas de comunicación, como vemos, unos a través de la música, otros a través del amor, se les ve felices, centrados y conectados con la Verdad, incluso son tentados por ese diablo azul con nariz trompetera y cola de pavo real, símbolo de vanidad, que parece entonar una música infernal para atraer a los otros personajes, pero al que no prestan atención, porque ellos saben su lugar en el mundo. Detrás del arbusto se ve la figura de una persona que lleva un cántaro observando la escena, ha conseguido subir a lo alto, ahora quiere conocer, pero aún es desconfiado. El cántaro vacío representaría la sed de verdad de estos humanos buscadores.
Guiando este carro de heno, en cuya cima va esta glorificación de la conducta humana, y para conducirlo al infierno, representado en el ala derecha del tríptico, tiran siete criaturas híbridas que simbolizan los diversos vicios: bestias, fieras y monstruos espantables, donde se ven pintados hombres medio leones, otros medio perros, otros medio osos, medio peces, medio lobos, símbolos todos y figuras metafóricas de la sociedad; en ellos late la lujuriaavaricia, ambición, bestialidad, tiranía, sagacidad y brutalidad.  
Tras el carro el cortejo donde están  el rey de Francia, el Papa y el Emperador príncipes y prelados cabalgan mansamente porque ya tienen la riqueza (el heno) conseguida, representan el pecado del orgullo. Abajo, y en primer plano, la escenificación de una serie de actos pecaminosos de confusa interpretación: en el centro del cuadro se ve un homicidio, y
con el crimen, la muerte. Y los muertos también matan; en la parte inferior podemos  contemplar al mendigo farsante (con un niño), es la avaricia que conduce al engaño y al fraude; la buenaventura de la cíngara, la actuación del charlatán, al médico embaucador (con diagramas y frascos en una mesa para impresionar a sus víctimas) tiene la bolsa llena de heno al tener ganancias conseguidas ilícitamente, la proposición de una monja a un personaje de sexualidad equívoca -simbolizada por la gaita-, a la derecha varias monjas introducen heno en un saco (atesoran riquezas) y las está vigilando un monje con una abultada panza, símbolo de la gula, etc.
 A la izquierda del simbólico carro, un mendigo tendido en el suelo reposa sobre el regazo de una monja con un niño en sus brazos, el mendigo está a sus anchas, indiferente al mal que azota al mundo. Los mendigos tienen un privilegio: pueden dormir aun en el tumulto. Detrás de ella el profeta Isaías predica la vanidad de las disputas humanas. Junto a ellos triste el gesto del Redentor que no puede salvar a los malévolos.
Resumiendo se retrata cómo los más poderosos, como por ejemplo emperadoresreyes, y papas que encontramos en la izquierda del cuadro, no tienen problemas para alcanzar su «ración de placer», mientras que las clases menos pudientes de la sociedad no lo tienen tan sencillo, y tienen que pisotearse o matarse e incluso son atacados por demonios para poder alcanzar algunos de esos «placeres». El Bosco denuncia con estas escenas el egoísmo, la codicia y la ambición que anidan en el ser humano sea cual sea su condición social y económica. Sus personajes son santos que él trata como sujetos comunes y vulnerables. Todos tienen algo de caricatura, son seres que con cierta exageración demuestran sus pasiones y bajos instintos sin tapujos ni moralidad.
Pero por todo ese desenfreno la Humanidad tendrá su castigo. El Bosco abre ante nuestros ojos los horrores del Infierno. En el ala de la derecha presenta el infierno y el castigo de los pecados. El infierno se representa como una ciudad incandescente, un muy significativo incendio de fondo, con unas construcciones satánicas entre las que se pueden ver los demonios y los condenados.  
Diablos dedicados a la construcción de una torre, quizá referencia a la bíblica torre de Babel. Y que puede hacer referencia a que ya no cabían las almas en el infierno y que los que allí entran (pues no otro destino tienen las figuras del panel central) ya no caben.  
Se repiten aquí los incendios de estructuras, tan típicos de la obra del Bosco, pues pueden verse similares igniciones en el panel derecho del tríptico El Juicio Final, así como en el lateral derecho de El jardín de las delicias. Son edificios incendiados en los que se ve que el fuego viene desde abajo, con lo que los infiernos que pinta el Bosco acaban pareciendo lugares de confrontación militar.  
La temática del cuadro se debe en gran parte a que el Bosco fue un pintor moralizante y crítico con la sociedad de su tiempo, y este cuadro es un fiel reflejo de su actitud al respecto. El Bosco en la obra pretende relatar cómo todas las clases sociales quieren conseguir su parte de heno del carro, es decir, su parte de placeres y riquezas. La
escena puede estar basada, como ya hemos dicho, en el proverbio flamenco que reza: «El mundo es un carro de heno, del cual cada uno toma lo que puede». Todo tipo de personas se agolpa junto al carro, y desde el Papa a los más plebeyos arrancan los puñados de paja. Es una aplastante sátira de un mundo que ha abandonado a Dios. El carro de heno muestra el infierno de los vicios, denuncia el gusto por las riquezas terrestres tan efímeras, lo que anuncia las vanidades de los siglos siguientes. Sus ideales atacaban ferozmente la situación clerical, que se hundía en la corrupción, la simonía y la prevaricación. Los placeres que el clero disfrutaba sin ningún recato eran considerados por algunos como el Bosco, como el camino al Infierno.


Mostró a sus contemporáneos mundos que nadie hubiera creído posibles. Se trata de una de las primeras pinturas de la historia del arte que representa escenas cotidianas y no idealiza la vida, el destino, el pecado, la virtud o la muerte. Pintores de las siguientes generaciones tomaron el testigo del visionario maestro y convirtieron la existencia humana en tema central del arte. Podemos decir que El Bosco mostró a sus contemporáneos mundos que nadie hubiera creído posibles, llenos de ilusiones y alucinaciones, monstruos y pesadillas extraordinarias, y la trilogía de la esencia humana: la tentación, el pecado y la rendición de cuentas.

lunes, 28 de diciembre de 2015

GENERALIDADES V FUNCIÓN DEL ARTE

Venus de Willendorf
FUNCIÓN DEL ARTE
Para responder a la pregunta ¿para qué sirve el arte?, deberíamos empezar dando por cierto y como condición "sine qua non" que el arte es necesario tanto para el individuo como para el conjunto de la sociedad, como vimos en el primer tema de generalidades, pero no podemos negar que esa necesaria individual y colectiva ha servido para cumplir múltiples y variadas funciones. También es cierto e innegable que, en ocasiones, algunas de esas obras se crearon con un propósito definido y, después , en el trascurrir del tiempo, su función o idea originaria se ha modificado.  Por ejemplo: la función tanto de la escultura como de la pintura ha evolucionado a lo largo de la Historia del Arte. En sus primeras manifestaciones  sus funciones estaban definidas por
Bisonte de Altamira
su carácter mágico y religioso por lo tanto predomina en ellas la  función religiosa o mágica . ya que tanto rituales de fertilidad o funerarios, como de cacería o de guerra, por ejemplo han servido para transmitir formas artísticas a lo largo del tiempo. Pensemos por ejemplo en una de las interpretaciones más difundidas de la pintura rupestre del Paleolítico, que atribuye al objeto representado “poderes” mediante los cuales se captura el espíritu del animal, para que la cacería sea propicia.
Pirámides de Giza
Posteriormente, cuando las instituciones políticas y religiosas comienzan a realizar
Arco de Tito
grandes edificios, la escultura y la pintura sirvieron para mostrar el poder y la riqueza de sus constructores esto es cumple una función política.

En otras ocasiones, destaca una clara función conmemorativa.
Un arte frecuentemente usado dentro de la propaganda política para la exaltación de triunfos y la divinización de figuras históricas como en la Antigua Roma.
Capitel románico
Esto muestra claramente como las obras de arte se van trasformando en importantes instrumento "educativos", es decir con una presencia de la función educativa o pedagógica ya que en muchas culturas iletradas la imagen es una buena substituta de las palabras (tradición oral) cuando se busca instruir a las personas. Normalmente se trata de imágenes simples, que transmiten el mensaje de una forma directa, fácilmente comprensible. Así las clases dirigentes, como las
S. Isidoro de León
órdenes religiosas durante la Edad Media, encargan al artista representaciones que ilustren sus mensajes para adoctrinar al grueso de la población que, en su mayoría, no sabía leer. Nos puede servir como ejemplo para ilustrarlo las pinturas de las catacumbas paleocristianas en Roma o los “catecismos en piedra” que son las portadas medievales.  
No obstante diferenciemos de la didáctica otro tipo de función a la que podemos denominar función persuasiva, que se distingue de la anterior porque las imágenes tratan de convencer, de involucrar al espectador, como puede ser el caso de los carteles publicitarios. O  la función ideológica  que, a su vez, encierra varios conceptos, tanto el de transmisión de un pensamiento social o político, como la defensa o justificación de una imagen de poder, lo que conocemos como arte áulico.
Abu Simbel
Una de las funciones más claras a parte de las mencionadas anteriormente, ha sido la búsqueda de la emoción estética, función estética, ya que desde siempre el arte ha servido como vehículo de expresión de necesidades interiores y de sensibilidades emocionales.
Otras veces ejerce, lo que yo llamo función notarial, una función de registro, análisis y expansión de la realidad. El artista investiga su entorno y muestra la información que ha recopilado a través de la obra de arte. El estrecho vínculo entre la producción de arte y su contexto histórico permiten que, aunque el registro de su entorno no haya sido una prioridad para el artista, a través de las obras de arte se pueda obtener información de la cultura de la que proviene. Y es en ellas donde se pueden apreciar también los ideales estéticos de cada una de las épocas en las que fue realizada la obra.
Sin olvidar otras funciones, no menos importantes, como:
Función modeladora de la sensibilidad. La contemplación de obras de arte enriquece y da forma a la sensibilidad artística del espectador.
Función ornamental. El arte se usa para transformar un espacio interior o exterior de las construcciones.
Jugadores de cartas. Cézanne. 250.000.000 $
Función mercantil. Las obras de arte tienen un valor de cambio y el arte se convierte en un producto más. Con esta función aparecen intermediarios que ponen en circulación las obras (marchantes, galerías, casas de subastas, etc.) y crece la distancia entre el artista y el público general.
Función de discriminador social. Cuando se compra arte caro se adquiere un prestigio directamente relacionado con la capacidad de pagar grandes sumas por un objeto que es innecesario y que carece de utilidad aparente.
De esta forma las obras de arte van saliendo del ámbito individual y privado para manifestarse socialmente como una herramienta más de socialización del ser humano.
Partenón. Atenas
La arquitectura, por su parte, desde el comienzo tiene un fin eminentemente utilitario, aunque, a lo largo de la historia, variando sus características según su propia finalidad (funeraria, religiosa, civil, político-administrativa, conmemorativa, militar, etc.), por ello, al considerar la arquitectura  hay que atender prioritariamente a los aspectos técnicos, aunque también son importantes los aspectos estéticos.  Esto ha permitido que la propia historia de los distintos estilos arquitectónicos tenga una gran riqueza y variedad de elementos y cuya combinación determina momentos históricos inigualables en el desarrollo de la humanidad. Es difícil abstraerse a la belleza, el orden, la medida y el rigor en la contemplación del Partenón ateniense como lo es abstraerse a la originalidad, a la combinación de elementos y materiales  a la audacia en la configuración o al mismo diseño tan original e innovador del Museo Guggenheim BilbaoUno y otro sirven
Museo Guggenheim. 
como un seductor telón de fondo para explicar la función el arte  porque ambos han creado, cada uno en su momento histórico,  una estructura escultórica y espectacular perfectamente integrada en la trama urbana que los rodea.
En definitiva esas funciones son múltiples, mutables, combinables entre sí y dependientes de un contexto: el entorno el que se crea la obra de arte, aquel en el que se presenta o el grupo social que la observa. Y como hemos visto las obras de arte plásticas y visuales cumplen o han cumplido con funciones muy distintas a lo largo de su historia. Pero como el arte carece de un valor de uso inmediato e intrínseco que lo defina y restrinja, su utilidad le es dada arbitrariamente y por lo tanto se puede manipular.