La obra de
arte
Para intentar definir esta expresión de “obra de arte”
lo primero que vamos a hacer
es determinar el origen etimológico de las dos palabras que dan forma a este
término que vamos a analizar a lo largo del blog.
Ambas proceden del latín: Obra proviene del
vocablo “opera”, que puede traducirse como “trabajo”. Y Arte podemos
determinar que es fruto de la evolución del término latino “ars/artis”, que es
sinónimo de “obra de gran creatividad” y que a su vez puede proceder de una raíz
de origen indoeuropea con significado: mover, colocar, ajustar, hacer actuar...
Con todo ello bien podríamos deducir o
definir que “obra de arte” es: cualquier “cosa” “actividad” “trabajo” producida/movida/hecha/colocada…
por algo o alguien, en nuestro caso el ser humano.
El término lo utilizamos para nombrar tanto una creación
material (como una artesanía o un producto industrial) como una producción intelectual (un cuento, una
canción, etc.).
Los artistas expresan sus percepciones, emociones,
sensaciones, esto es, su visión del mundo real o imaginario a través de
diversos recursos lingüísticos, plásticos y sonoros que conforman un producto
que reconocemos con el nombre de “obra de arte”.
Una “obra de arte”, por lo tanto, es un producto que transmite una idea o una expresión sensible. Se trata,
pues, de la creación que plasma la intención de un artista.
Si bien la noción de obra artística suele
identificarse con las artes plásticas: pintura, escultura, cerámica,
arquitectura, orfebrería, dibujo....., también las creaciones musicales,
literarias y cinematográficas, etc., también son obras de arte, ya que suponen
producciones elaboradas por una persona con intención artística.
Algunas/muchas de esas obras de arte se han convertido en pilar fundamental de la Historia
del Arte y son conocidas en todo y por todo el mundo; por ejemplo, entre las
más pinturas significativas se encuentran las siguientes: “La Creación de Adán”
que realizó Miguel Ángel,“La última cena” o “La Gioconda” realizadas por
Leonardo da Vinci; “Los girasoles” de Van Gogh, “El grito” de Edvard Munch; “El
Guernica” de Pablo Picasso.
Asimismo, en cuanto a esculturas, podríamos subrayar el valor del “Discóbolo” de Mirón, el “David” de Miguel Ángel o “Apolo y Dafne” de Bernini, o“El pensador” de Rodin. En arquitectura podemos subrayar: La pirámide de Gizeth, El Partenón de Atenas, El Panteón de Agripa, la Catedral de Santiago o La Sagrada Familia de Barcelona, entre otras.
Asimismo, en cuanto a esculturas, podríamos subrayar el valor del “Discóbolo” de Mirón, el “David” de Miguel Ángel o “Apolo y Dafne” de Bernini, o“El pensador” de Rodin. En arquitectura podemos subrayar: La pirámide de Gizeth, El Partenón de Atenas, El Panteón de Agripa, la Catedral de Santiago o La Sagrada Familia de Barcelona, entre otras.
La
consideración del arte como una dimensión elevada y casi ajena al común de la
gente hace que sólo se considere como obra artística a las producciones de los
grandes maestros o figuras reconocidas. La pintura de un oficinista que se
dedica al arte como pasatiempo o un cuento escrito por un almacenero
difícilmente serán considerados a nivel social como obras de arte aunque su
calidad técnica o su elaboración superen, en ocasiones las de los “grandes
artistas” y es que hay que tener en cuenta que el artista y su proyecto de vida
(momento histórico, entorno social, artístico, familiar,…) junto con su obra
forman un tándem inseparable en el que ambos se retroalimentan constituyendo
una única “cosa” que reconocemos como ”obra de arte”. A modo de ejemplo Munch
sin su proyecto de vida (entorno familiar, social, artístico), y su obra “El
grito” forman un todo inseparable en el que para analizar o comentar el cuadro,
es necesario referirse al entorno social, político, familiar e incluso
relacional de Munch, pero es que al hablar de Munch no podemos dejar de lado su
producción principal “El grito” que ha constituido un icono a la desesperación
del ser humano.
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